LA
SEXOLOGÍA COMO CIENCIA:
ESBOZO
DE UN ENFOQUE COHERENTE DEL HECHO SEXUAL HUMANO
por
Efigenio Amezúa
Texto
de la conferencia pronunciada por Amezúa como ponencia inaugural de la
Iª Semana de estudios sexológicos de Euskadi, celebrada en Vitoria del
9 al 14 de abril 1979.
Entrada
Mi
aportación a esta Semana puede resultar excesivamente técnica. Y esto
por dos razones. La primera es porque observo que solemos estar muy
lejos aún de un planteamiento sexológico. Y la segunda porque veo cada
vez con más apremio que es preciso, antes de ponerse a hacer
sexología, llenar lagunas informativas urgentes.
Me
sucedió hace ahora diez años cuando empecé las clases en la Facultad
de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Recuerdo toda mi
ilusión por llevar a cabo un programa de sexología. Y recuerdo
asimismo que lo que los universitarios estaban pidiendo, a pesar de
encontrarse en últimos años de carrera era una información sobre
métodos anticonceptivos y cosas muy elementales de información sexual.
Las clases dejaron de llamarse sexología para convertirse en charlas de
información sexual, llana y simple.
Por
otra parte, esto lo he ido constatando repetidas veces. Personas que,
con euforia, piden una formación sexológica, y lo que están buscando
es una información sexual o un tratamiento urgente de los problemas
sexuales personales o de pareja. Esto me lleva a una aclaración previa.
Y es que en mi aportación de hoy quiero centrarme más allá de los
rudimentos de una información sexual, en un esbozo de sexología como
ciencia.
Veo
incluso que la falta de planteamientos sexológicos elaborados
dificultan un planteamiento a su vez de educación sexual sistemática y
coherente. De ahí la pescadilla que se muerde la cola. Empecemos por
los comienzos.
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I.
La sexología: ciencia del hecho sexual
1.
Recluido
en las mazmorras de la vergüenza o tolerado como medio de
reproducción, el hecho sexual ha sido clásicamente reducido a vicio
o a enfermedad. Todo esto es ya sabido y no
nos detendremos mas. Es el trasfondo en el que hunde sus raíces una
historia de represión y castración en el más hondo sentido de la
palabra: castración y supresión de una realidad, de un hecho, de una
dimensión y de las posibilidades de su promoción como valor humano a
potenciar y cultivar.
A
finales del siglo pasado empezó un trabajo de reivindicación y
recuperación, de rescate. Primero esporádico, más tarde sistemático
mediante el estudio de aspectos, problemas, perturbaciones,
desviaciones, perversiones. Lo cual fue un gran bien, pero, en la otra
cara de la moneda, es preciso reconocer la herencia que de ahí nos ha
llegado como consideración centrada en la patología. El peso de esta
herencia (véase Krafft_Ebing) es aún notorio. Todavía abundan los que
consideran el hecho de ser sexuados y sus consecuencias como "un
tema de la psiquiatría".
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2.
Desde
Havelock Ellis a Masters y Johnson, pasando por Freud, Reich, Kinsey,
Merleau-Ponty, etc...toda una fila de trabajadores, de investigadores,
de diversas connotaciones científicas o ideológicas, han ido dando sus
aportaciones. Si bien Freud ha sido el más genial buceador de honduras,
cada especialista ha ido aportando "su aportación", "su
cara", "sus aspectos". Resulta de todo ello un gran
arsenal de conocimientos que actualmente poseemos.
Nuestra
situación privilegiada hoy, creo, consiste en poder contar con todos
esos conocimientos aspectuales. Pero, por encima de la erudición
acumulativa, la situaci6n actual nos invita a un paso nuevo: la
elaboración de un discurso coherente, de una visión global y
articulada del hecho sexual humano y de sus múltiples manifestaciones.
He ahí lo que podemos llamar el quicio de una posible sexología. Una
ciencia con sus bases empíricas y sus elaborados teóricos al mismo
tiempo que con su utilidad práxica como ciencia humana. He ahí algo
que desborda la simple acumulación de datos o de conocimientos y que
entra de lleno en un planteamiento científico sexológico. Un
planteamiento que gire en torno a unas bases específicamente
sexológicas. Y hé ahí la invitación y el desafío de nuestra
circunstancia histórica.
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3.
Una
sexología (sexo-logía) no es "cualquier cosa que trate sobre el
sexo". Una sexología es una ciencia que busca, investiga y
desentraña, de una forma específica con métodos propios, motivados
por su mismo objetivo, el sentido o los sentidos (logos)
del hecho sexual, es decir, del hecho
ineludible de que somos sexuados, nos vivimos como sexuados y nos
expresamos como sexuados.
Se ha
solido estar acostumbrados a discursos parcelarios y aspectuales, a
troceamientos procedentes de ciencias que tocaban tangencialmente o de
refilón algunas manifestaciones del hecho sexual, las mas de las voces
desde ángulos moralizantes o patologizantes. Estas moralizaciones y
patologizaciones han constituido el absolutismo referencial más usado
en nombre de "la ciencia" y de "la moral". Y ya va
siendo hora de una consideración a fondo, radical, de quicio, desde una
óptica genuinamente sexológica.
A
propósito de "sexológico" sería necesario indicar que no es
sexológico __aunque se pegue la etiqueta encima__
exponer temas o problemas de enfermedades de transmisión sexual. Ni es
sexológico una exposición de anticonceptivos tal y como suele hacerse
comúnmente. No es sexológico la exposición reivindicativa o
informativa sobre el aborto, la reproducción, etc. Todos estos temas
pueden decir alguna relación al hecho sexual, lo mismo que la familia,
el divorcio o similares. Pero "eso" no es especifícamente
sexolóqico. Una cosa es que en una acción necesaria se toque y otra
cosa es que llamemos sexológico a todo un revuelto general de
historias, Los "cachos de cosas que constituyen muchos de los
refritos en los que se pega la etiqueta de sexológico, cuando se
analizan, no resisten la más elemental prueba. Sucede algo muy similar
con los refritos que actualmente se traen ciertas publicaciones con los
dichosos consultorios "sexológicos". Ciertamente puede haber
un servicio de información sexual. Pero la fiebre ha llevado a todo el
mundo a llevar todo por el ángulo de la explotación revuelta. Lo mismo
podríamos decir de la ola de terapias __y buenas__
de problemas sexuales y hay terapias netamente sexológicas. No es
sexólogo un especialista equis por el hecho de que hable de temas
sexuales o resuelva un problema sexual...
La
profesionalidad de un sexólogo o la seriedad de la sexología como
ciencia exige __ insisto, exige__ una dosis
mínima de delimitación y de clarificación. Si insistimos en este
punto es por la pena que causa ver cómo el snobismo de hoy hace usar
estas chaquetas a quien jamás se les hubiera pasado por la
imaginación. Más aún, que lo negaron con todas sus facultades. ¿A
qué se juega aquí?
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4
.
Una
sexología __ o por lo menos lo que aquí entiendo por tal__
es , antes de nada, un cuadro referencias de base, con una
articulación mínima cuyo quicio dé y aporte una comprensividad,
así como la posibilidad de una vivencia, más humanizada, del hecho
sexual con sus implicaciones y consecuencias.
Una
sexología, antes de nada, es un enfoque, un estilo de acercamiento y
comprensión de los individuos sexuados sexuales y eróticos. Una
sexología es un conocimiento y un reconocimiento sistemático, una
promoción y un cultivo de un valor humano tan viejo como e1 mundo y, al
mismo tiempo, tan nuevo como inédito, inexplorado, que puede
resumirse en esto: todos somos sexuados, vivimos como sexuados y nos
expresamos como sexuados. He ahí un valor de siglos, apenas
descubierto, apenas conocido y menos aún reconocido, con la gama
inmensa de modos, matices y peculiaridades que se encierran dentro. La
sexología es una ciencia nueva pero no es una concesión de moda. Ni
una serie de trucos para lograr dos o diez orgasmos por minuto.
La sexología, como ciencia humana, es una opción y un desafío.
Es una ciencia con todo lo que requiere una ciencia, como observación
de hechos y elaboración de contenidos. Y es una ciencia humana con todo
lo que implica ser humana, como práxica, caliente, humanizante.
Una
sexología así no se improvisa. Necesita de trabajo, de
profesionalidad, de dedicación. Necesita __dicho claramente__
ser tomada en serio. De lo contrario no se puede honradamente
hablar de sexología.
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II.
El hecho sexual, objeto de la sexología
En los
últimos años __ y especialmente por el boom temático que
ha inundado libros, revistas, cursos o conferencias__ hemos
podido constatar el aluvión de veces que se emplean términos de jerga
"sexual" sin el menor sentido crítico, sin la más mínima
coherencia. Muchos ni siquiera han visto la necesidad de un
planteamiento pasado por la criba.
En
algunos de los cuestionarios previos al Programa de formación de
Monitores de Educación Sexual del IN.CI.SEX podemos constatar la
abrumadora tarea a la que se ven sometidos los alumnos de definir y
matizar una treintena de términos de los más usuales en el lenguaje
sobre el tema. Cuando terminan el trabajo la exclamación más común
suele llevar esta constatación: "uno usa palabras que cree
significan algo y la verdad es que no sabemos realmente de qué
hablamos". Todavía se complica más la situación cuando, a
continuación, pasamos el juego de "la sopa de palabras" que
consiste en ordenar otra treintena de términos, todos ellos relativos
al lenguaje enjuiciativo y patológico, ante "problemas
sexuales". El agobio del alumno puede darnos una idea de la
necesidad de empezar, llanamente, elementalmente, por una clarificación
a nivel del lenguaje.
Desde
ese barullo se intenta __ en vano__ comprender
una manifestación sexual o erótica. Se intenta a veces, las más,
diagnosticar, enjuiciar, dictaminar sobre "problemas" (¿que
problemas?) y, siguiendo en el barullo, se intenta aplicar un
tratamiento o aconsejar... La falta de una visión coherente, la falta
de la articulación de un sentido, la falta de cuadros referenciales
internos no puede llevar más que a lo que lleva: el consejo facilón,
la desorientación, el enjuiciamiento, el no se preocupe, o la
explotación. Los menos confiesan honradamente no entender por dónde va
realmente "eso".
Si algo
se nota hoy urgente, es la necesidad de una hermenéutica previa, de una
posible semántica estructural de base. Saber qué hablamos y de qué
hablamos. Las terminologías, procedentes de diversas ciencias, han ido
constituyendo un aluvión revuelto al que, para colmo, viene a
añadirse, las "novedades de la llamada sexología" Algunos,
con toda verdad, se lamentan __ dicho en términos claros__
de este modo:"Eramos pocos y todavía vienen más". La
dispersión y el despiste son la característica de muchos
"entendidos" de hoy.
¿Cómo
articular un lenguaje coherente? Cómo entendernos en este galimatías?
El sexo, lo sexual, la sexualidad, el instinto sexual, la potencia
sexual, la libido, los maníacos sexuales, la represión, la
liberación, la revolución sexual...
Para
empezar, de algún modo, la búsqueda de un camino coherente, vamos a
establecer un quicio: el hecho sexual. Un hecho empírico, constatable
incluso por todos. Entiendo aquí por hecho sexual esta constatación:
somos sexuados (todos, sin excepción, y no podemos no serlo), nos
vivimos como sexuados, (mal o bien, cada cual como puede...) nos
expresamos como sexuados (incluso tratando de negar esa expresividad).
Sobre
este quicio gira o puede girar la ciencia que llamemos o podemos llamar
sexología. Solamente bastará seguir la dinámica, el desarrollo y las
manifestaciones de este hecho para ir entendiendo los caminos de por
dónde se mueve o puede moverse el trabajo especifico de lo que podemos
llamar ciencia sexológica. Es lo que trataré de esbozar __ sólo
de esbozar__ a través de tres registros de acercamiento: el
sexo, la sexualidad y la erótica.
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1.
El sexo (o el modo de hacerse y ser sexuado)
Llamo
sexo, aquí, no a un órgano específico (cada órgano tiene o puede
tener su propio nombre), ni a una vergüenza, ni a un kiosko con porno,
ni a una moda, ni a un tema, ni a una entrepierna .. Entiendo por sexo
el conjunto de realidades que gradualmente, evolutivamente,
progresivamente , configuran a un individuo o persona como eminentemente
sexuado en masculino o en femenino. Este proceso __ insisto,
proceso__ es el resultante de muchos elementos
sexuantes, de muchos agentes de sexuación.
Lo
mismo que hay un proceso de socialización o de personalización, hay un
proceso de sexuación en el que concurren muchos factores de sexuación.(En
los cursos de formación en sexología del IN.CI.SEX solemos
analizar 21 niveles, afluentes, que modelan al ser sexuado en contínuo
proceso de hacerse sexuado).
•
Importa destacar, dentro de este esbozo, al menos, esto: que nadie nace
sexuado, como nadie nace persona. Se va haciendo sexuado como se va
haciendo persona. Se va haciendo persona sexuada. Más que "tener
un sexo", seria preferible decir "ser sexuado". Una
obligada referencia a J.Money: él es, sin duda, quien más ha
contribuido a un replanteamiento, a un desafío, de la consideración
clásica de "los sexos".
•
Importa también destacar que cada cual se va sexuando a su modo, según
sus matices y con sus peculiaridades. Lo cual puede acercarnos a una
comprensión más rica de cada persona sexuada y de sus posibilidades,
así como de sus límites.
•Importa
igualmente destacar que la variedad de modos, matices y peculiaridades
puede permitir comprender situaciones apellidadas "extrañas",
"raras" o incluso, en terminología patológica (que no
sexológica) "aberrantes","perversas" o
"desviadas". En efecto, la patología existe. Pero partir de
la patología no deja de ser temerario. Una visión sexológica del
proceso de sexuación puede no sólo comprender sino potenciar un
cultivo de modos, matices y peculiaridades.
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2.
La sexualidad ( o el modo de vivirse como sexuado)
Llamo
sexualidad, aquí, no a un totum revuelto, ni a un sinónimo de
sexo(¡ay, la real academia de la lengua!), sino simple y llanamente al
modo o modos con que cada cual vive, asume, potencia y dimensiona __
cultiva, en definitiva o puede cultivar el hecho de ser sexuado.
La sexualidad no es ni instinto, ni potencia orgásmica, ni el tema
escabroso que se da los jueves en la TV.
Es un
valor humano, una cualidad, un modo, una dimensión humana, digna de
poderse vivir, porque puede serlo, humanizadamente . Todos somos
sexuados como todos somos personas. Pero cada cual da una dimensión a
esa persona (personalidad propia); lo mismo cada cual da o puede dar una
dimensión propia a su persona sexuada (sexualidad).
•
Importa destacar que cada cual se va haciendo sexual, se va sexualizando,
es decir notándose, viviéndose, descubriéndose, sintiéndose sexual,
progresivamente, evolutivamente. Y que no es obra puntual o estática
sino fruto del rodaje y del vivir. Lo mismo que cada cual se socializa,
cada cual se sexualiza. Se va viendo y viviendo, percibiendo __ obligada
referencia a Merleau-Ponty__ como ser en el mundo con
el otro a través de un cuerpo... sexuado.
•
Importa también destacar que cada cual se va sexualizando a su modo,
con sus matices y con sus peculiaridades. Más que hablar de sexualidad
sería necesario hablar de sexualidades (en plural). Sería más
clarificador de situaciones.
•Importa
igualmente destacar que muchas de las patologías y anormalidades, hijas
__ hijas, insisto__ de un enfoque patológico, no
pasan de ser modos, matices o peculiaridades propias de las diversas
dimensiones que cada cual vive o puede vivir. Digo muchas y no todas.
Más que enjuiciar sería necesario comprender (ojo con el paternalismo
que no hace nada aquí, se trata de estudiar y trabajar para conocer).
Más que prohibir o permitir enjuiciando __ que es lo más
usual__ sería necesario cultivar esa riqueza que da la
variedad de modos, matices y peculiaridades. La variedad es riqueza para
quien la aprecia. He ahí un campo abierto...
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3.
La erótica (o la expresión del ser sexuado y sexual)
Llamo
erótica, aquí, no a la juerga a que suele aludirse generalmente o al
erotismo como herencia de la prohibición transgredible con su
correspondiente atracción tabúica, sino a la expresión que cada cual
da a su sexo y a su sexualidad. En efecto, cada cual es sexuado y se
vive como sexuado según la performación progresiva de su vivir.
También cada cual se va haciendo erótico progresivamente. Si
tradicionalmente esta dimensión ha sido confundida con un vicio, llega
la hora de poderla ver de otra manera.
•
Importa destacar, lo mismo que hemos hecho en anteriores registros,
cómo cada cual se va notando, viviendo, él y con los otros, como
erótico. Y cómo esta erotización se va moldeando y perfilando a lo
largo de los aconteceres diversos que hacen su historia propia. Más que
un instinto o una tendencia, la erótica es un modo de expresarse como
sexuado.
•
Importa igualmente destacar que, desde un enfoque personalizador, cada
cual se va erotizando a su modo, con sus matices y peculiaridades. De
ahí la diversidad y multiplicidad de formas de expresión eróticas:
Modos, matices y peculiaridades que si se estudiasen, se entenderían
más humanamente de lo que se suele estar acostumbrados.
•Importa
también destacar que, desde un enfoque sexológico, y no patológico de
partida, podría hablarse de eróticas más o menos usuales, más o
menos mayoritarias o minoritarias, pero sería preferible sobrepasar los
apelativos de "anormal" o "perverso" de entrada. En
efecto son muchos y muy diversos los modos, matices y peculiaridades lo
cual da actitudes, comportamientos, gestos, gustos, caprichos, etc. muy
diversos. El reconocimiento de los mismos, en su contexto y en sus
coordenadas nos daría la posibilidad de un cultivo de la erótica de
modos mas humanizantes.
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III.
La práxis de la sexología
Comprendiendo
estos tres registros que hemos esbozado __ solamente esbozado__
y escarbando, ahondando, en sus curvas y sinuosidades, __ con
empatía, que no con alevosía o prejuzgamiento__ podemos
sacar algo así como lo fundamental de lo que puede ser llamado, o al
menos yo así lo llamo, sexología.
1.
En este
caminar, que es un caminar científico, se encuentra una primera
función práxica de la sexología que es la investigación.
Investigación que poseemos ya en un sin fin de elementos que se han ido
acumulando a lo largo de los distintos
especialistas que han profundizado en la temática. Pero investigación
que, teniendo en cuenta el corpus general de una sexología, sería de
un enriquecimiento mucho más sólido para la misma sexología lo mismo
que para las otras ciencias humanas que dicen relación al hecho sexual.
En esta
investigación encontramos un tema capital: el lenguaje sexológico.
Lenguaje que actualmente es un conglomerado de aportaciones dispares y
revueltas __ sobre todo revueltas__ de forma
que, en muchas ocasiones el acumulamiento de datos resulta farragoso
para muchos y creador de más ansiedad y confusión para todos. La
investigación que actualmente tenemos, más que coherente, es
amontonada. A partir de los registros enunciados __ o de
otros similares pero articulados__ podría hacerse una
investigación más esclarecedora, de la cual saldría ganando la
sexología y saldría ganando el personal que podría aprovecharse de
una información o de una ayuda en sus dificultades.
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2.
En
segundo lugar encontramos la función práxica más conocida __ aunque
bastante mal conocida__ que es la educación
sexual. Educación sexual que, desde un
planteamiento sexológico, tiene un alcance más elaborado y denso de lo
que suele entenderse por tal. En efecto, todo el mundo puede responder a
una pregunta, dar una información, contar como nacen los niños, etc.
Pero lo que aquí sugiero es un planteamiento coherente de una
educación sexual organizada y sistemática, a diversos niveles o en
diversos ambientes, edades, etc.
Dentro
de esta línea, y dentro de la sexología, una educación sexual
consiste, antes de nada , en la suscitación, excitación e incitación __
terminología muy usada en los programas de formación de
monitores en educación sexual__ a la elaboración,
revisión, cambio y creación de actitudes humanizadas, comprensivas y
lúcidas de cara al hecho sexual. Y esto con planteamientos de
contenido, metodoloqía propia y técnicas adecuadas.
Quedaría
muy atrás lo que suele entenderse __ a veces__ por
educación sexual como inculcación de principios, dictación de normas
de lo que se debe o no se debe hacer lo cual es, dicho claramente,
educastración sexual. Quedaría también un poco de lado lo que, en
nuestros días abunda que es la incitación a liberarse sexualmente, a
la progresía, sobrepasar traumas, prejuicios y tabús, lo cual es,
dicho claramente, una antieducastración sexual, en el sentido de
ridiculizar el pasado, o las normativas moralizantes, sin plantearse una
aportación creadora.
Una
educación sexual desde un enfoque de la sexología requiere
planteamientos, metodología y objetivos. Y desde ahí tiene unos
limites y unas posibilidades definidas. Es simplemente algo muy distinto
a lo que se suele estar acostumbrado.
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3.
Una
tercera función práxica de la sexología es el planteamiento
metodológico asistencial, llamese de apoyo, ayuda o terapia
ante las dificultades o problemas que,
individualmente, o en pareja se viven en los distintos registros
enunciados: el sexo, la sexualidad y la erótica. Existen ayudas o
terapias de muy diversas índoles que pueden tratar problemas también
de muy distinta índole entre otros los denominados sexuales.
Sin
embargo, modernamente se habla de sexoterapia o de terapias sexológicas
como de un galimatías, un totum revuelto para tratar problemas
sexuales, entendiendo por tal, comúnmente, otro totum revuelto al que
le negamos la etiqueta de problema sexual. Ante esto __ y
creemos que con razón__ protestan los representantes de
terapias o psicoterapias clásicas o con más prueba. Cabe señalar algo
elemental. Y es que no existen problemas, sino personas problematizadas
en más o en menos.
Desde
una sexología, hoy, es posible aportar una novedad, un modo de ayuda
específicamente sexológico. Pero para ello es necesario entrar en la
sexología. Y desde ella llamar sexológico a lo que es y no a un
tutifruti general. Cabe distinguir bien entre terapias de problemas
sexuales y terapias sexológicas. Partiendo de ahí habría más
claridad y delimitación de objetivos y métodos.
Otra
gran distinción a hacer es referente a lo que entendemos por problemas
sexuales. Hay terapeutas que califican a su acción de sexoterapéutica
por el hecho de que dicen tratarse de un problema sexual. Problema
sexual pueden ser todos. Y Freud lo mostró con claridad pero es
necesaria una matización linguística y terminológica para podernos
entender. No haremos eso aquí. Sin embargo creo muy importante estos
puntos para poder situar en su sitio, con sus limites y sus
posibilidades, lo que podemos llamar terapia sexológica, partiendo de
una sexología, y no de una organo_psico_patología, aunque en un
momento dado tenga incidencias con ella.
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IV.
La sexología en el cuadro de las ciencias humanas
Lo
mismo que ha sucedido en otros campos de los saberes no es de extrañar
la actitud de quienes toman a la sexología como un snobismo o una
fantasía, por no decir llana y simplemente una guarrada. Es el lógico
avatar de los comienzos. Por otra parte también sería necesario anotar
el amateurismo de quienes por el hecho de pagar una cuota a una sociedad
equis de sexología se declaran, de la noche a la mañana, poseedores de
una formación de años. O también otros que se aprovechan muy bien,
explotando el río revuelto de la necesidad de información. Todo esto
no pasa de ser anecdótico, aunque real.
Pasando
a un plano de rigor, el planteamiento de una sexología (sexo-logia)
entra ya de lleno en el cuadro de las especialidades para pasar despacio
al de una ciencia humana más en el cuadro de las ciencias humanas, con
su objeto propio, el hecho sexual, su especificidad propia, la
aportación de coherencia en la interdisciplinaridad. No se trata, creo,
de multiplicar las ciencias, sino de abordar la realidad desde planos
específicos.
Y lo
que puede caracterizar, en este contexto, a una sexología es
precisamente esto: evitar el riesgo de la dispersión (los aspectos)
promocionando una coherencia (de unificación). Si el hecho sexual tiene
muchas manifestaciones, éstas pueden ser estudiadas, y de hecho lo
están siendo, desde la sociología, la medicina, la psicología, las
ciencias del comportamiento, la etnoantropología, etc. Lo que no ha
sido estudiado y tratado a fondo es como apuntábamos, la visión
coherente del hecho sexual desde una articulación de sentido. Esto
lleva a una aportación a las otras ciencias al mismo tiempo que se
enriquece con ellas.
De no
ser considerada como una ciencia, sobra el mismo término de sexología.
Una de dos: o se borra el término y se habla de "aspectos
médicos", "aspectos sociológicos", "aspectos
psicológicos", de la sexualidad, etc., o se es consecuente y se
toma en serio con todas sus consecuencias. Lo que no es serio es
convertir a la sexología en una chapuza general traída y llevada a
merced de todos los vientos. Nuestra cordial invitación a hacer sexo-logía.
(Tomado
de Revista española de sexología , nº 1, Madrid 1979)
Ver también
:Cuadro general de articulación del Hecho Sexual Humano
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